«Mi hija Clara». Así llamé a un post en redes sociales, donde puse una ecografía que me hicieron hace 6 años, un 21 de octubre de 2018.
En esa ecografía se ve a mi hija Nora cuando era un embrión de 10 semanas y a un embrión que dejó de crecer a las 6 semanas: mi hija Clara.
No, no puedo asegurar que fuese una niña. Da igual. Ese nombre me sirve para poder definirla, darle existencia, recordarla y llorar que no se quedase con nosotras.
Cuando publiqué ese post (aquí te lo dejo enlazado) apenas puse texto, no expliqué nada, pero lo hice el Día por la visibilización del duelo perinatal.
La mayoría de comentarios, de gente que me conoce hace años, es “lo siento, no lo sabía”.
Y ese es el tema: no hablamos de los bebés que no han nacido o han muerto antes de nacer.
En parte porque socialmente no se deja ese espacio: a la gente le incomoda hablar de lo doloroso y lo triste, enseguida se llena el aire de palabras vacías que no ayudan, sino al contrario, agudizan el dolor.
“Bueno, no pasa nada, tienes la otra”, “mejor ahora que cuando hubiese sido más grande”, “si aún no era más que unas células”…
Pero lo peor no es lo que me decían, sino lo que yo me escuchaba a mí misma, y que me causaba culpa y ambivalencia: “No hubiese podido tener el parto en casa si hubiesen sido dos”, “la crianza se hubiese complicado muchísimo”, “es mejor así”.
Así que dejé de hablar, aunque la recordaba y la imaginaba creciendo junto a mi Nora, disfrutando de jugar ambas con Arón.
¿Pero sabes? Siempre he sentido que está en mi familia, aunque según quien me pregunte digo que tengo un hijo y una hija; o si creo que lo va a entender y saber sostener la información, me atrevo a contar que en realidad tengo un hijo y dos hijas, una de ellas que no vemos pero que puedes notar su alma danzando alrededor nuestra.
Cada una de las mujeres que transitamos un duelo de este tipo necesitamos generar nuestro relato, nuestro recuerdo (esa ecografía es oro para mí), lo que nos haga sentir más paz, aunque no se elimine el dolor ni la tristeza por la imposibilidad de abrazar a nuestras criaturas.
Clara, gracias por elegirme, gracias por mostrarte a tiempo. Te quiero hija mía.
PD: Si como yo, necesitas nombrar y colocar tu recuerdo, tu dolor, incluso tu dicha de ser madre de un alma que no está en tus brazos ahora, te animo a darte permiso en los lugares en los que te encuentres segura y sostenida, como los grupos de apoyo al duelo perinatal. Y te abrazo.